Cuando unos padres consultan por su hijo o hija, generalmente lo hacen porque algo se ha puesto de manifiesto a través de un síntoma que puede traducirse en un cambio de conducta, un bajo rendimiento escolar o algún síntoma que está limitando alguna faceta de su vida. Cuando esto ocurre es indicador de que algo a nivel psicológico está pasando a ese niño o niña, más allá de ese síntoma.
En la actualidad hay una tendencia cada vez mayor al etiquetamiento y a las clasificaciones diagnósticas que invaden las infancias y provocan un borramiento de la propia subjetividad de niños y niñas. Frente a este modelo de etiquetamiento generalizado en el que estamos inmersos, como psicóloga y psicoterapeuta infantil, mi labor consistirá en descubrir qué problemática está detrás de ese síntoma, ver cuál es la historia generacional, el contexto familiar, social, escolar que nos ayude a comprender la situación por la que está atravesando.
Por otra parte, tenemos que tener en cuenta que, en cada periodo del desarrollo, se juegan problemáticas diferentes correspondientes al momento evolutivo concreto por el que cada niño o niña está atravesando. No es lo mismo un niño/a de 4 años, de 7 años que de 11 años, por eso es importante escuchar y atender a ese sufrimiento y en el que generalmente están implicados los padres también, por esoen este proceso el trabajo con los padres será imprescindible ya que son ellos los que dan soporte para el crecimiento de sus hijos.
Los trastornos o la sintomatología más frecuentes que encontramos en la infancia suelen ser Dificultades de adaptación a situaciones nuevas (separación/divorcio de los padres, cambio de colegio, cambio de domicilio…); Trastornos en el comportamiento que suele ser la vía para expresar sus malestar (irritabilidad, agresividad…); Dificultades en el ámbito escolar (falta de concentración, bajo rendimiento); Dificultad para gestionar y manejar sus estados de ánimos (tristeza, impulsividad), entre otros.